Una experiencia sensorial de principio a fin

Twenty One Pilots en un Palau Sant Jordi lleno / Silvana Alva (ActualityFM)
Lo que se vivió el pasado 22 de abril en el Palau Sant Jordi no fue simplemente un concierto: fue una experiencia sensorial de principio a fin. Twenty One Pilots aterrizó en Barcelona con un espectáculo que, para muchos —yo incluida—, ha sido el mejor concierto al que han asistido jamás. Y no es para menos.
Más de dos horas de show ininterrumpido, donde la intensidad nunca decayó. Una producción absolutamente impecable, que no dejaba ni un solo detalle al azar. Desde el primer acorde de “Overcompensate” hasta el cierre apoteósico con “Lavish”, cada instante fue meticulosamente medido para emocionar, impactar y conectar.
Luces, fuego y atmósfera onírica
Uno de los elementos más destacados de la noche fue el despliegue visual. El juego de luces fue simplemente espectacular: preciso, envolvente, perfectamente adaptado a cada canción. La iluminación no solo acompañaba la música, la interpretaba, la elevaba. Fue, sin duda, uno de los mejores trabajos de luces que he visto en directo.
A esto se sumó una escenografía que combinaba proyecciones, efectos de humo que parecían nubes flotando sobre el escenario —creando una atmósfera casi onírica—, fuego real y fuegos artificiales en el interior del recinto. Todo esto potenció una narrativa visual que no necesitaba más palabras.
Un uso magistral del espacio
Otro de los puntos fuertes de la noche fue cómo supieron jugar con el espacio del Palau. En varias canciones como "Trees" y "The Line”, los integrantes aparecían en distintas partes del recinto como si se teletransportasen: desde gradas hasta puntos de la pista. Incluso habían preparado un spot concreto (marcado antes del concierto con un punto rojo en el suelo) donde más tarde ambos subieron en tarimas móviles para seguir el show rodeados del público. Todo perfectamente calculado para hacer sentir cerca a cada persona.
Además, para llegar a estas tarimas, se desplazaron por los pasillos centrales de la pista mientras interactuaban con el público. Las personas que estaban en esos laterales pudieron tocarlos, sacarse fotos y vivir una cercanía total con los artistas.
Complicidad, emoción y humor
La conexión con el público fue otro gran motor del concierto. En “Mulberry Street”, Tyler invitó al Palau a participar con las linternas de sus móviles, dividiendo el recinto en cuatro secciones: grada izquierda (Mul), grada trasera (Berry), grada derecha (Street) y pista (So good to see you). Cada parte debía iluminarse y cantar su fragmento correspondiente, generando un efecto visual precioso y una energía compartida difícil de describir.
También hubo espacio para el humor. Durante el show, Tyler hizo una mención especial a las personas que estaban allí a pesar de que en el Estadi Olímpic, justo al lado, se jugaba un partido del Barça. Fue un guiño divertido que reforzó aún más esa complicidad entre banda y público. También, en un gesto muy agradecido por los fans, Josh Dun se puso una camiseta con la palabra “BARCELONA” y la lanzó al público al finalizar.
Además, uno de los momentos más entrañables de la noche fue durante “Ride”, cuando invitaron a un niño previamente elegido a subir al escenario. Cantó con ellos y recibió la ovación de todo el Palau.
Virtuosismo y versatilidad
Pese a ser solo dos personas sobre el escenario, Tyler Joseph y Josh Dun demostraron un dominio absoluto de su show. Cambiaban constantemente de instrumentos —desde el piano hasta el ukelele o la batería— y se repartían el peso del espectáculo con una coordinación admirable. La gestión del ritmo, la dinámica y la energía fue impecable.
El repertorio fue un repaso generoso a toda su carrera, combinando los temas más recientes como “Next Semester”, “Navigating” o “Vignette” con grandes clásicos como “Stressed Out”, “Heathens”, “Car Radio” o “Holding On To You”. También hubo espacio para joyas como “Addict With a Pen”, “Forest” o “Fake You Out”, lo que hizo las delicias de los fans más veteranos.
El paso de Twenty One Pilots por Barcelona no fue solo un concierto, fue una experiencia inmersiva, emotiva y memorable que difícilmente se borrará de la memoria de quienes la vivimos. Un espectáculo que demuestra por qué siguen siendo una de las bandas más fascinantes e innovadoras del panorama actual.